En nuestros tiempos, la iglesia considera como su más preciada gloria el haber producido santos, y presenta el catálogo de los mismos como una prueba de la verdad y resultado de las enseñanzas. Sin embargo, lo que ahora parece ser la meta final de sus esfuerzos, era en los primitivos tiempos sólo una mera introducción a la misma.
Entonces la iglesia tenía 3 grandes órdenes o grados a través de los cuales debía pasar su hijo, los cuales eran llamados, respectivamente: Purificación, iluminación y perfección. Ahora sólo se dedica a producir hombres buenos y presenta a los santos como remate de su consumada gloria y perfección. Pero en aquellos tiempos, cuando había logrado hacer un hombre santo, su labor para con el sólo había principiado, pues únicamente en tal caso estaba este hombre calificado para recibir las instrucciones y enseñanzas que entonces podía darle; lo que no puede hacer ahora porqué ha olvidado su antigua sabiduría.
Su purificación conducía al hombre a la santidad; su iluminación le daba entonces la sabiduría que era enseñada en los misterios, y esta le conducía al estado de perfección y de unidad con lo divino.
Actualmente la iglesia se contenta con la purificación preliminar, pues no tiene iluminación alguna que dar.
Copiado íntegramente del libro "vislumbres de ocultismo"
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